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Leer es vida

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miércoles, 5 de noviembre de 2014

Lobo

El atardecer tinta de rojo el cielo del bosque, entre los árboles se vislumbra una silueta veloz, elegante y sigilosa.
La luna llena ilumina el cielo 
-¡CORRE TRAS ÉL, CORRE QUE YA LO ALCANZAMOS!- Grita un cazador a otro, con una voz quebrada, casi sangrienta.
La jauría humana avanza entre la maleza, los perros también. Las bestias negras muestran sus fauces abiertas, babeantes, exhaustas, corriendo tras su presa, una vez más. Han transitado muchas veces esos montes actuando de verdugos de sus hermanos salvajes.
El lobo va esquivando cada huella humana que hay marcada en el húmedo terreno. Se sabe perseguido, ayer vio a su hermano atrapado entre las garras de un cepo.
Su madriguera ya no queda demasiado lejos, oye el latir de los perros que lo persiguen, pero a lo que realmente teme es a los hombres. Por fin está llegando, su cubil está cerca, allí, bien oculto entre las grandes rocas de las montañas abruptas y escarpadas. 
Loba permanece acurrucada junto a sus pequeños, hay que proteger la camada a toda costa. Aunque le cueste la vida. Lobo, no tardará en llegar. Loba sale al exterior con los pelos  erizados, hay hombres cerca que portan los maderos del trueno.  Puede olerlos, pero extrañamente no la atacan. Su cuerpo parece enorme, es el miedo lo que le hace crecer, está desconcertada. ¿Por qué no se mueven? Ella no debe hacerlo. Permanece señorial y desafiante ante su guarida, allí están sus hijos, herederos de una estirpe valiente, libre, con espíritu tribal, competidor directo de las cacerías humanas. Por eso es tan odiado. Se asemeja demasiado a ellos.
Can agarra de una pata a Lobo, afortunadamente se zafa de él. Su pata trasera ralentizará su carrera, un dolor agudo llega hasta lo más profundo de sus músculos. Piensa en Loba y en sus hijos, tan pequeños… Nota brotar la adrenalina con más fuerza que nunca. Necesita llegar hasta ellos.  Pobre inconsciente, no sabe que está conduciendo a su enemigo hasta su refugio. 
Loba muestra su fiereza exhibiendo sus dientes. Un grave gruñido constante resuena de su garganta. Es un aviso, “no os acerquéis”, les está indicando, “o mis blancos dientes se clavarán en vuestras carnes, no soy yo quien ha ido a buscaros, habéis venido vosotros a mancillar mi casa, a violar la paz de mi familia.”
-¡Preparados! ¡Listos para el ataque! Por allí viene sangrando, ¡¡actuar, actuar YA!!
Lobo ve frente a sí un nuevo grupo de hombres, ahora sí que está todo perdido, pero él morirá luchando, hay que darle una oportunidad a su familia, ojalá Loba haya tenido tiempo de trasladar a los cachorros. 

Los perseguidores de Lobo se paran en seco. 
-¡Nos han visto! ¡Ya sabía yo que los cepos nos delatarían...! ¡Esos malditos ecologistas…!
Lobo husmea el aire, los hombres se han detenido. ¿Qué está pasando? 
-¡Suelten las armas!