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Leer es vida

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domingo, 6 de octubre de 2013

Eclipse de la vida

Era una tarde de eclipse, la gente que esperaba en la sala de espera salió a contemplarlo poniéndose  gafas protectoras y había salido a la calle para observarlo con cierta admiración y curiosidad.
De pronto, un aullido de dolor por parte de una mujer hizo que los médicos, enfermeros y demás prestaran toda su atención en ella: Había roto aguas.
La cojieron en brazos dos de los sanitarios y al ponerla sobre la camilla, la chica empezó a gritar de dolor, pero cada vez gritaba más bajito, y más bajito, hasta que, de pronto, su sufrimiento cesó. Ella había muerto, pero el bebé consiguió salvarse.
Una enfermera, llamada Susan, llevó con mucha delicadeza y cariño al pequeño y lo acostó en una de las cunitas de la sala de maternidad, donde más bebés descansaban mientras que una débil lucecilla realmente acogedora les daba una especie de calor maternal.
Al salir, Susan fué a tomarse un café, intentando quitarse la preocupación por la muerte de la madre del pequeño. De pronto, un llanto horrible que venía de la sala de maternidad hizo que le cayera el vaso de las manos y derramara toda su sustancia. Abrió la puerta de una patada, y vió que en la cuna donde el bebé huerfano descansaba estaba llena de sangre. Aterrada, corrió hasta el despacho de Miss Roberts, la directora del ala este del hospital.
Al llegar, su puerta estaba abierta, como siempre y ella estaba sentada en su sillón mientras leía una de sus aburridas revistas de ciencia.
-Señora.. Uno de los bebés ha desaparecido.-Le informó temblorosa, mas su superiora no contestó. Seguía mirando la revista atentamente-Señora.-Volvió a decir Susan intentando buscar respuesta en ella.-Disculpe, ¿me ha oído? ¡Un bebé ha desaparecido, Miss Roberts!-Insistió de nuevo más nerviosa aún, pero aún así no obtenía respuesta. Le puso la mano en el hombro y volvió a llamarla y, al retirar la mano, vió como en ella había una mancha de sangre. Entonces entendió que alguien le había apuñalado al percatarse de un bisturí clavado en su espalda. Intentó salvarla, pero todos sus intentos fueron en vano, pues no pudo hacer nada por su vida. El suelo estaba lleno de sangre.
Repentinamente, para colmo sonó la alarma de incendios y una avalancha de pacientes inundó el pasillo en unos pocos segundos. Empujándose unos a otros, e incluso pisando a unos que habían caído al haber sido empujados violentamente. Al vaciarse un poco, la enfermera vió al final del pasillo una mujer morena de pelo liso cuyas piernas chorreaban sangre.
-Mi bebé... Mi bebé...-Murmuraba tan sólo tambaleándose de un lado al otro.
Susan se acercó a ella pensando que era una paciente corriente del hospital que acababa de dar a luz y estaba desorientada, pero entonces vió que su mirada estaba perdida y que algo no marchaba bien... ¡Era la madre del bebé!
Asustadísima, la enfermera corrió hasta las escaleras, donde vió unas sospechosas pisadas que descendían hasta el tercer sótano, allá donde estaba la morgue. Intentó calmarse y bajó las escaleras con máximo cuidado para ver que ocurría abajo. El sótano estaba invadido por un grupo de unas veinte personas con heridas y mal estado físico que deambulaban por allí.
-Señor, ¿qué le ha pasado?-Preguntó a un hombre con una camiseta de cuadros y pelo castaño claro.
El se giró e intentó morderla, ¡Todas aquellas personas eran muertos vivientes!
Agarrando su móvil, Susan marcó el número de Jon, un gran amigo suyo que trabajaba en la policía.
-¿Diga?-Contestó él al teléfono
-Jon, soy Susan no sabes...
-¡Susan! ¡Cuánto tiempo! ¿Quedamos algún día?
-Ahora no es tiempo para eso, debes venir enseguida al hospital, todo esto está muy feo. ¡Hay zombies!-Exclamó estirándose del pelo de puro nervio. Una carcajada se escuchó al otro lado del teléfono.
-¿Zombies? ¿En serio? ¿Para esto llamas? Susi, tengo trabajo, ¿sabes? No me vengas diciendo tonterías de ese tipo.
-No son tonterías. Si crees en mí o alguna vez lo has hecho, ven aquí y ayúdame a salir de este horrible lugar.
-Vale, ahora voy pero cuando eso.. ¿Eh?-Dijo mirándo su móvil- ¡Ha colgado! ¡Tom!-Llamó a su joven ayudante- Tenemos una misión.
-¿Qué es?
-Tu simplemente haz lo que yo haga.-Explicó mientras recargaba su pistola.-En marcha.
Ambos entraron arramblando contra todo lo que se encontraban que no fuera común.
-Debemos encontrar a Susan
-¿Quién?-Preguntó Tom
-Una amiga.-Le respondió- Veamos... ¿Cuál es el sitio más seguro del hospital en estos momentos? ¡Claro! El depósito. En marcha, Tom.
Al llegar, Tom, en guardia disparó a dos muertos que se le acercarón y de pronto, por detrás una sombra pelirroja se les acercó por detrás y, sin dudarlo dos veces, el joven ayudante abrió fuego contra ella. Era Susan.
-¡¡SUSAN!!-Gritó Jon con lágrimas en los ojos.-¡Tom! ¿Qué narices has echo? ¡La has matado!
-Yo.. No sabía..-Tartamudeó mirando al suelo
-¡Maldito seas, Tom! ¡Te mataré!-Dijo persiguiéndolo con el arma cargada por el pasillo por el que estaba huyendo, pero nada mas cruzar la puerta, un muerto viviente lo cogió por el cuello arrancándole la yugular al instante. Inconsciente de la muerte de Jon, Tom seguía corriendo deslizándose por los pasillos lloriqueando, con su arma ahora guardada en la funda y con una gran agilidad esquivaba todos los muertos.
Salió del hospital y se percató que ahora los muertos dominaban las calles, que el fin para todos había llegado así que, desenfundando su pistola, se la puso en la sien y apretó el gatillo. Para su suerte o para su desgracia, no quedaban balas y ahora su vida sería una ruleta rusa, ahora todo lo que conocía sería tener simplemente suerte hasta que la muerte le sorprendiera y se lo llevara para siempre.

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