He de admitir que estoy perdiendo la costumbre de subir entradas al blog, es como si una parte de mí se estuviera yendo, como si se desvaneciera con los años... Y eso realmente me da rabia, porque expresarse sin miedo es crear la libertad de uno mismo y, bueno, yo quiero continuar con esa sensación, que permanezca siempre ahí y aunque muchas veces me diga a mí misma: "Oh, sí, dentro de nada escribiré algo y me sentiré orgullosa de mi trabajo..." No siempre cumplo mi palabra, como podéis comprobar. Así que nada, quiero anunciaros que ahora sí que sí, que sí, que sí, sí, sí. ESTOY EN PROCESO CREATIVO. Estoy haciendo un proyecto sobre la historia que inspiró para abrir este blog.
Así es, esa es mi decisión por el momento, os iré adelantando cosas y cuando acabe con esto, lo más seguro es que lo suba en formato pdf o a ver como lo hago, pero de manera que quede muy chulo y al alcance de todos.
Finalmente deciros que muchísimas gracias por leerme, que vosotros sois quienes me motivais a seguir escribiendo, sobretodo bloggers, que también aspiran como yo a hacer de este, un lugar mejor gracias al toque creativo que le ponemos a la vida.
Animo a todo el mundo a ser uno mismo, a pensar de forma independiente y de hacer lo que su corazón mande, a hacer de su vida, un arte.
Muchos abrazos,
Cris :)
Blog dedicado a todos aquellos que les gusta utilizar su imaginacion y desarrollar su mente... Hay muchas puertas... ¿Te atreves a abrirlas todas?
Leer es vida
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miércoles, 8 de abril de 2015
domingo, 8 de marzo de 2015
La casualidad se esconde debajo del roble
Las caminatas vespertinas que solía hacer los viernes eran monótonas, había llegado a tal punto que ya no tenían nada de nuevo ni de emocionante, pero servían para zambullirme de pleno en el fin de semana y desconectar del colegio y los exámenes. Recuerdo perfectamente cómo decidí romper con aquella rutina, aquel día en el que, desviándome de mi sendero habitual, me encontré cara a cara con algo inesperado.
No sentía miedo, inseguridad ni vacilé en hacerlo, por el contrario, estaba tranquila y me agradaba bastante la idea de alterar mi costumbre. Justo en el momento en el que debía girar junto a los juncos a orillas del riachuelo por el que siempre pasaba, decidí seguir recto, y explorar y descubrir qué era aquello que había más allá de las frondosas plantas que se movían al compás de la calurosa brisa del mes de junio. Recuerdo cuando me paraba a descansar ya pasado ese tramo, y me imaginaba qué podría haber en el próximo recodo que se fundía con la maleza escondida vagamente entre las zarzamoras, que empezaban a descubrir sus frutos con la llegada del verano.
Había un par de carteles clavados en la tierra que advertían al senderista de un terreno sin asfaltar y, por lo tanto lleno de socavones y pedruscos que incomodarían mi paso, sin embargo, caminé relajadamente creando mi propio camino y caprichosamente agarré una mora que, para mi desgracia aún estaba demasiado verde y tras escupirla, un desagradable sabor amargo me acompañó hasta que, momentos después me resbalé y empecé a rodar ladera abajo hasta llegar a los pies de un roble que paró bruscamente mi caída, dejándome una pequeña herida superficial en la rodilla. Me levanté y mientras sacudía mi ropa me pareció que el mismo árbol me pedía disculpas, invitándome a curiosear, de alguna manera, en la madriguera que ocultaba en su base. Me quité la mochila y saqué la linterna para iluminarme, para mi sorpresa cuando la encendí y me asomé, ví conmovida cómo un par de ojitos castaños me miraban temblorosos y confusos, y observé que retrocedían para protegerse, un pelaje cobrizo y joven que pretendía esconderse en su refugio, porque yo lo estaba invadiendo y él estaba asustado, sin saber qué hacer. Me retiré en seguida, para no molestar más al pequeñín, un sabor dulce y compasivo sustituyó al anterior. Decidí volver a mi casa y fue al día siguiente cuando me percaté que la mirada del zorro había hecho mella en mí y necesitaba saber que seguía ahí, cerciorarme que estaba bien y asegurarme que su madre ya había vuelto a por él o qué era lo que había pasado… Seguí el mismo camino que el del día anterior, preguntándome si habría más cachorros. Llegué hasta el viejo roble, me agaché con precaución, intentando no sobresaltar a su pequeño huésped, y un sentimiento de desasosiego inundó mi ser al ver que ya no estaba. Sentí algo de rabia al comprobar que ya no se encontraba allí, pero en cierto modo me alegré, lo más probable sería que su madre hubiera ido a por él y se lo hubiera llevado a otro escondite para no ser descubierto de nuevo.
Me giré sorprendida al oír un agudo gemido que parecía seguirme. Enternecida me di cuenta que ya no paseaba sola.
No sentía miedo, inseguridad ni vacilé en hacerlo, por el contrario, estaba tranquila y me agradaba bastante la idea de alterar mi costumbre. Justo en el momento en el que debía girar junto a los juncos a orillas del riachuelo por el que siempre pasaba, decidí seguir recto, y explorar y descubrir qué era aquello que había más allá de las frondosas plantas que se movían al compás de la calurosa brisa del mes de junio. Recuerdo cuando me paraba a descansar ya pasado ese tramo, y me imaginaba qué podría haber en el próximo recodo que se fundía con la maleza escondida vagamente entre las zarzamoras, que empezaban a descubrir sus frutos con la llegada del verano.
Había un par de carteles clavados en la tierra que advertían al senderista de un terreno sin asfaltar y, por lo tanto lleno de socavones y pedruscos que incomodarían mi paso, sin embargo, caminé relajadamente creando mi propio camino y caprichosamente agarré una mora que, para mi desgracia aún estaba demasiado verde y tras escupirla, un desagradable sabor amargo me acompañó hasta que, momentos después me resbalé y empecé a rodar ladera abajo hasta llegar a los pies de un roble que paró bruscamente mi caída, dejándome una pequeña herida superficial en la rodilla. Me levanté y mientras sacudía mi ropa me pareció que el mismo árbol me pedía disculpas, invitándome a curiosear, de alguna manera, en la madriguera que ocultaba en su base. Me quité la mochila y saqué la linterna para iluminarme, para mi sorpresa cuando la encendí y me asomé, ví conmovida cómo un par de ojitos castaños me miraban temblorosos y confusos, y observé que retrocedían para protegerse, un pelaje cobrizo y joven que pretendía esconderse en su refugio, porque yo lo estaba invadiendo y él estaba asustado, sin saber qué hacer. Me retiré en seguida, para no molestar más al pequeñín, un sabor dulce y compasivo sustituyó al anterior. Decidí volver a mi casa y fue al día siguiente cuando me percaté que la mirada del zorro había hecho mella en mí y necesitaba saber que seguía ahí, cerciorarme que estaba bien y asegurarme que su madre ya había vuelto a por él o qué era lo que había pasado… Seguí el mismo camino que el del día anterior, preguntándome si habría más cachorros. Llegué hasta el viejo roble, me agaché con precaución, intentando no sobresaltar a su pequeño huésped, y un sentimiento de desasosiego inundó mi ser al ver que ya no estaba. Sentí algo de rabia al comprobar que ya no se encontraba allí, pero en cierto modo me alegré, lo más probable sería que su madre hubiera ido a por él y se lo hubiera llevado a otro escondite para no ser descubierto de nuevo.
Me giré sorprendida al oír un agudo gemido que parecía seguirme. Enternecida me di cuenta que ya no paseaba sola.
domingo, 1 de febrero de 2015
El Otoño de la señora Brown
El coche avanzaba rápidamente por la carretera. La mirada
distraída de Faith recorría los campos otoñales bañados en ocres y marrones,
pero no era capaz de visualizarlos, estaba recreándose en su mal humor enfurruñada
con sus padres por no haber ido al centro comercial con sus amigas. En su lugar
tenían que ir a ver a su abuela a la residencia. “¡Vaya planazo!”Pensó
irónicamente. El coche frenó. Se quedó asombrada al comprobar que ya habían
llegado. Sus hermanos bajaron rápidamente del vehículo en dirección a un
gigantesco montón de hojas secas amontonadas lánguidamente a la entrada del hogar
para mayores.
-¡Billy! ¡No lances a Jacob contra las hojas, que os vea la
abuela bien guapos!-Les decía la madre algo irritada.
“Lo que me faltaba”, pensó Faith. “Que además de mi padre
ahora también se mosquee mi madre”. Las puertas automáticas se abrieron
dándoles en la cara un golpe de calor que salía del recinto. La recepcionista,
Estela, les recordó que la anciana llevaba toda la mañana inquieta, esperando
su llegada.
-Estaba aquí hasta ahora mismo, debe haberse marchado a la
biblioteca.
-Está con sus viejos libros de historia, ¿no?-Wyatt le hizo
un guiño cómplice y amigable.
-Tu madre está donde siempre- Asintió sonriente.
A mano izquierda de recepción, tras pasar la sala
polivalente, en la que la mayoría de ancianos dormitaban delante del televisor
encendido en el canal de documentales, encontraron a Evelyn sentada frente a la
ventana, en un confortable sillón de orejas de color marrón. En su regazo, una
vieja caja de galletas de hojalata herrumbrosa y, apilados en el suelo, varios
volúmenes de la Segunda Guerra Mundial. Giró la cabeza al oír la voz de su hijo
anunciándole un jocoso: “¡Ya estamos aquí!”.
-¡Caray! Pensé que ya no veníais… Aquí los días se me hacen
años y la comida es un horror.
-Ay mamá… ¡Qué sibarita eres! Sabes que, como visitador
médico, conozco todos los centros geriátricos y tú solo te mereces lo mejor.
Pero claro, -puntualizó- no se está en ningún sitio como en casa.
-No hijo mío, no te estoy haciendo ningún reproche. Yo no
quiero ser vuestra carga, sabéis muy bien que fui yo quien os pidió que me
buscarais una residencia, porque tú con tu trabajo y Ashley siempre ocupada con
los niños y la oficina… No puede. No puede. No puede ser.
Wyatt empujó suavemente a los dos niños en dirección a su
madre y con un gesto de cabeza le indicó a su hija mayor que se acercara a
besar a su abuela. La joven Faith avanzó sin demasiado entusiasmo hasta ella,
besándola por puro compromiso. En su mente todavía revoloteaba la idea de una
tarde junto a sus amigas.
-Hija mía, qué guapa estás ¡Quien tuviera tus años!-dijo
Evelyn con nostalgia.
-Abuela, tu ya los tuviste, ojalá
llegue yo a los tuyos…-Con un tono repentinamente afectuoso. La relación entre
Faith y Evelyn siempre había sido extremadamente cordial a pesar de la
distancia de estados. La abuela siempre que podía tomaba un avión para
acercarse hasta Pensilvania desde St. Joseph, en Michigan.
-Evelyn, ¿no me digas que esa es
la vieja caja de fotos? Estuve buscándola creyendo que estaba todavía en tu
casa del lago.
-La vais a vender, ¿verdad?-Manifestó
la abuela con un tono afectado.
La inesperada pregunta dejó
desconcertados a los niños, que abrieron los ojos como platos.
-¿Cómo que se va a vender? ¿A
dónde iremos en las vacaciones? ¿Y mis amigos?-Preguntaron atónitos los
hermanos.
Un silencio llenó la estancia.
-A ver, Evelyn, enséñales a tus
nietos esas fotos.-Murmuró Ashley para desviar la conversación, pero fue en
vano, ya que aquella inesperada noticia obcecaba la mente de los más pequeños.
La abuela abrió con cierta
dificultad la vieja caja. “Está casi tan oxidada como yo.”Comentó.
-Va, abuela, no digas eso. Que
estás tan estupenda como siempre.
-Sólo fachada-Se limitó a
responder.
-Pero… ¿Y la casa?-Insistió
Billy, al tiempo que descubría entre las venosas manos de su abuela una foto rancia
por el tiempo del antiguo faro de St. Joseph.
-Esta foto la hizo el abuelo el
último día que pasamos juntos, antes de partir para Europa.
-Esa foto es más vieja que tú,
papá-Señaló Jacob mientras movía ambas manos rápida y consecutivamente de
arriba abajo.
-Justo siete meses mayor que tu
padre.-Afirmó rotunda la anciana.
-¡Vaya exactitud! ¿Por qué
justamente siete y no cuatro o diez meses?-Preguntó intrigado Billy.
-Porque mi madre estaba
embarazada cuando el abuelo se marchó a cubrir las noticias de guerra en el
viejo mundo.-Pronunció con una voz apagada Wyatt.
-Por aquí debo tener alguna foto
del abuelo, toma-dijo dirigiéndose a Billy. Jacob alargó rápidamente la mano cogiendo la vieja fotografía al mismo tiempo
que su hermano. Tiraron a la vez de ella y su contorno ondulado se rasgó
levemente.
-¡Pero mira que sois bestias!
Habéis roto la foto del abuelo- manifestó claramente enfadada Faith. En sus
ojos se vislumbraba la ira contenida. Demasiados recuerdos galopaban desbocados
por su cabeza. Los cinco años de diferencia que llevaba al mayor de los dos
chicos, le daba el privilegio de unas vivencias que ellos nunca tendrían ya la
oportunidad de sentir. Aquellos retratos no sólo de eran objetos o personas de
un tiempo pasado. Era la historia de la familia, era parte de ellos mismos, el
futuro que representaban.
-Parece mentira que una vida
entera quepa en una caja-afirmó tristemente Evelyn, mientras una lágrima rodaba
por su mejilla.
Inocentemente, Jacob dijo: “Es
igual que el de las películas, ¡con sombrero y gabardina! Pero se parece a ti,
papá.”
-No, hijo, soy yo el que se
parece a él.-Respondió taciturno Wyatt
-Cada vez que te veo el corazón
me da un vuelco. Creo ver a tu padre entrar por la puerta. Estaría tan
orgulloso de ti, hijo… Y de ti también, Ashley. Hubieseis congeniado muy bien,
siendo tu informática, con todos esos computadores… Lo que hubiese dado él por
uno de ellos, tanta capacidad de datos, le hubiese facilitado tanto la vida… No
como su vieja máquina de escribir Remington, en la que se enganchaban las
teclas entre sí, y que él cariñosamente le llamaba Remy.
-¿Por qué se tuvo que marchar?-Inquirió
Jacob
-Él era un espíritu inquieto como
tú, y quería combatir las atrocidades desde su objetivo. Pero las guerras no
hacen diferencias entre un arma y una cámara. Entre soldados y civiles.
Su cara adoptó de pronto un
aspecto reflexivo: “Abuela ¿qué es un civil?”
-Son hombres de paz, hijo mío-respondió tajantemente,
pero un suspiró entrecortó su frase. Sus ojos se cruzaron con los de Wyatt
-Malditas guerras, a ti te dejó sin padre y a mí sin mi compañero de vida… y a
vosotros os privaron del privilegio de conocer a vuestro abuelo. Tantas muertes
inútiles…
-Venga mamá, no estés triste, que
hoy estamos todos juntos y papá siempre está aquí con nosotros.
-Eso, nana, cuéntales a los
renacuajos cómo erais el abuelo y tú en los buenos tiempos.
-Ay, hija… A veces parece tan
lejano que creo que es un sueño, pero otras, siento que fue ayer mismo, y
todavía creo oler la tierra húmeda de las frescas mañanas de St. Joseph. La
vida parece infinita cuando somos jóvenes, los colores son más brillantes, los
olores más profundos, pero al final del camino, sólo nos queda el marrón de la
tierra.
-No, nana, no lo digas triste, en
la tierra están las raíces y tú eres la raíz que da fuerza y sustenta a esta
familia y al igual que el abuelo ha llegado hasta nosotros aún sin conocerlo,
todos los hombres somos eternos, porque tras el otoño y el invierno, viene la
primavera.
sábado, 10 de enero de 2015
Ya estoy aquíííííííííííííííííí.... (he vuelto)
Quizás los que me sigaís os habreís hecho la fatal idea de que estoy dejando de escribir y, bueno, la verdad sí que tuve me temporadita de pasar del blog y eso pero he decidido ponerme de nuevo manos a la obra y hacer de este un lugar mucho mejor, con más entradas (pero se va a quedar calvo) y espero que también con más visitas.
¿Sabéis el mito del fénix? Pues con el blog igual. Hay temporadas, como en Benidorm, está la alta y la baja, hay muchas diferencias entre ellas pero siempre hay alguien aquí. Tranquilos que esto no se va a convertir tampoco en un complejo hotelero xD
Bueno chicos, pues esperemos que todo vaya como lo que he dicho :)
Un abrazo,
Cris :)
miércoles, 5 de noviembre de 2014
Lobo
El atardecer tinta de rojo el cielo del bosque, entre los árboles se vislumbra una silueta veloz, elegante y sigilosa.
La luna llena ilumina el cielo
-¡CORRE TRAS ÉL, CORRE QUE YA LO ALCANZAMOS!- Grita un cazador a otro, con una voz quebrada, casi sangrienta.
La jauría humana avanza entre la maleza, los perros también. Las bestias negras muestran sus fauces abiertas, babeantes, exhaustas, corriendo tras su presa, una vez más. Han transitado muchas veces esos montes actuando de verdugos de sus hermanos salvajes.
El lobo va esquivando cada huella humana que hay marcada en el húmedo terreno. Se sabe perseguido, ayer vio a su hermano atrapado entre las garras de un cepo.
Su madriguera ya no queda demasiado lejos, oye el latir de los perros que lo persiguen, pero a lo que realmente teme es a los hombres. Por fin está llegando, su cubil está cerca, allí, bien oculto entre las grandes rocas de las montañas abruptas y escarpadas.
Loba permanece acurrucada junto a sus pequeños, hay que proteger la camada a toda costa. Aunque le cueste la vida. Lobo, no tardará en llegar. Loba sale al exterior con los pelos erizados, hay hombres cerca que portan los maderos del trueno. Puede olerlos, pero extrañamente no la atacan. Su cuerpo parece enorme, es el miedo lo que le hace crecer, está desconcertada. ¿Por qué no se mueven? Ella no debe hacerlo. Permanece señorial y desafiante ante su guarida, allí están sus hijos, herederos de una estirpe valiente, libre, con espíritu tribal, competidor directo de las cacerías humanas. Por eso es tan odiado. Se asemeja demasiado a ellos.
Can agarra de una pata a Lobo, afortunadamente se zafa de él. Su pata trasera ralentizará su carrera, un dolor agudo llega hasta lo más profundo de sus músculos. Piensa en Loba y en sus hijos, tan pequeños… Nota brotar la adrenalina con más fuerza que nunca. Necesita llegar hasta ellos. Pobre inconsciente, no sabe que está conduciendo a su enemigo hasta su refugio.
Loba muestra su fiereza exhibiendo sus dientes. Un grave gruñido constante resuena de su garganta. Es un aviso, “no os acerquéis”, les está indicando, “o mis blancos dientes se clavarán en vuestras carnes, no soy yo quien ha ido a buscaros, habéis venido vosotros a mancillar mi casa, a violar la paz de mi familia.”
-¡Preparados! ¡Listos para el ataque! Por allí viene sangrando, ¡¡actuar, actuar YA!!
Lobo ve frente a sí un nuevo grupo de hombres, ahora sí que está todo perdido, pero él morirá luchando, hay que darle una oportunidad a su familia, ojalá Loba haya tenido tiempo de trasladar a los cachorros.
Los perseguidores de Lobo se paran en seco.
-¡Nos han visto! ¡Ya sabía yo que los cepos nos delatarían...! ¡Esos malditos ecologistas…!
Lobo husmea el aire, los hombres se han detenido. ¿Qué está pasando?
-¡Suelten las armas!
martes, 20 de mayo de 2014
Buenas noticias, viajeros!
Ahora el blog dispone de reproductor de música y, sinceramente, espero que os gusten las canciones que he elegido.
Un abrazo,
Cris :)
Un abrazo,
Cris :)
jueves, 1 de mayo de 2014
El día en el que la originalidad murió
Erase un lugar no muy lejano a donde tú vives, exactamente, puede que incluso conozcas alguna persona que le ocurrió algo parecido a lo que te voy a contar. Una persona que posee (o poseía) un don, el don de la creatividad, una persona genuina y única que se guiaba por sus principios e ideas y no se dejaba llevar por la sociedad.
Pongámosle un nombre a esta persona, digamos que se llama Sofía*, por decir un nombre y esta chica se aburre pensando que, realmente (o al menos concienzudamente cree) que no tiene amigos.
Sofía se pasaba los días viendo series, observando cómo la gente se divertía e intentaba copiarlos algunas veces en la forma de vestir y de actuar pero nunca le salía como ella esperaba. La vida para ella no era como en las películas tan maravillosas en las que la protagonista era la chica más popular, guapa y por lo tanto admirada de su instituto. Normalmente dicho personaje carecía de inteligencia, ya que la finalidad de la mayoría de las películas que usaba Sofía como referencia tenían un mensaje detrás de ellas y eso la entristecía más, ya que eso la desmotivaba bajándole la moral y haciéndole pensar que ella no era cómo la gente quería que fuera. Esta chica empezó a perder peso queriendo seguir cánones de belleza que veía en la revista que su madre compraba todos los domingos por la mañana. ''La mayoría de las modelos no tenían ninguna curva en su cuerpo''-Pensaba ella y, por un momento volvía a ser ella. ''Pero están más delgadas que yo y yo estoy gorda, mira estos michelines''-Decía agarrándose la tripa mientras se miraba al espejo ''Y estos muslos y encima parece que tengo algo de papada''.-Los ojos se le llenaron de lágrimas y empezó a llorar.
-¡No puedo más!-Lloró y entonces tomó la decisión equivoca y se metió dos dedos para vomitar aunque no estaba gorda ni delgada, sino normal, en un peso completamente sano.
Con el tiempo empezó a cambiar y a los meses Sofía ya no era la misma. Ya no apoyaba lo que antes defendía a capa y espada, todo eso había quedado atrás. Ya sólo quedaba la ahora conocida como Sophie**, la que se vestía con falda corta, camisa por encima del ombligo y zapatillas de marca; la Sofía que antes no se esmeraba demasiado con su físico ya no estaba. Sus nuevos amigos*** eran muy 'divertidos' y hacían cosas que, en mi opinión, no son muy adecuadas para su edad. Pero eso no era lo peor, lo peor es el hecho de haber dejado su verdadera esencia detrás, su forma de ser. Esa chica que hace que los chicos se rompan el cuello por ella ya no es Sofía. Ya no es la muchacha que conocimos. Ya no dibuja, ya no escribe ni lee. Sofía nos ha dejado.
Hoy ha muerto de nuevo la originalidad, pero ha nacido otro títere más para la humanidad. Ya no tenéis que preocuparos.
__________________________________________________
Sofía* El nombre Sofía significa inteligencia y define a nuestro personaje, lleno de ideas y creación de increíbles historias llenas de aventuras de un valiente y algo despistado héroe montado a lomos de un sublime caballo blanco, enternecedores pero tristes romances bajo un sauce y casas en acantilados que ocultan secretos insospechados.
Sophie** Esta es la nueva Sofía. Se ha puesto este apodo para poder encajar más y 'estar en la onda'.
Amigos*** Estos no son verdaderos amigos, como podréis imaginar, no son más que esclavos del aspecto que conducen a Sofía y la manejan como les place.
Pongámosle un nombre a esta persona, digamos que se llama Sofía*, por decir un nombre y esta chica se aburre pensando que, realmente (o al menos concienzudamente cree) que no tiene amigos.
Sofía se pasaba los días viendo series, observando cómo la gente se divertía e intentaba copiarlos algunas veces en la forma de vestir y de actuar pero nunca le salía como ella esperaba. La vida para ella no era como en las películas tan maravillosas en las que la protagonista era la chica más popular, guapa y por lo tanto admirada de su instituto. Normalmente dicho personaje carecía de inteligencia, ya que la finalidad de la mayoría de las películas que usaba Sofía como referencia tenían un mensaje detrás de ellas y eso la entristecía más, ya que eso la desmotivaba bajándole la moral y haciéndole pensar que ella no era cómo la gente quería que fuera. Esta chica empezó a perder peso queriendo seguir cánones de belleza que veía en la revista que su madre compraba todos los domingos por la mañana. ''La mayoría de las modelos no tenían ninguna curva en su cuerpo''-Pensaba ella y, por un momento volvía a ser ella. ''Pero están más delgadas que yo y yo estoy gorda, mira estos michelines''-Decía agarrándose la tripa mientras se miraba al espejo ''Y estos muslos y encima parece que tengo algo de papada''.-Los ojos se le llenaron de lágrimas y empezó a llorar.
-¡No puedo más!-Lloró y entonces tomó la decisión equivoca y se metió dos dedos para vomitar aunque no estaba gorda ni delgada, sino normal, en un peso completamente sano.
Con el tiempo empezó a cambiar y a los meses Sofía ya no era la misma. Ya no apoyaba lo que antes defendía a capa y espada, todo eso había quedado atrás. Ya sólo quedaba la ahora conocida como Sophie**, la que se vestía con falda corta, camisa por encima del ombligo y zapatillas de marca; la Sofía que antes no se esmeraba demasiado con su físico ya no estaba. Sus nuevos amigos*** eran muy 'divertidos' y hacían cosas que, en mi opinión, no son muy adecuadas para su edad. Pero eso no era lo peor, lo peor es el hecho de haber dejado su verdadera esencia detrás, su forma de ser. Esa chica que hace que los chicos se rompan el cuello por ella ya no es Sofía. Ya no es la muchacha que conocimos. Ya no dibuja, ya no escribe ni lee. Sofía nos ha dejado.
Hoy ha muerto de nuevo la originalidad, pero ha nacido otro títere más para la humanidad. Ya no tenéis que preocuparos.
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Sofía* El nombre Sofía significa inteligencia y define a nuestro personaje, lleno de ideas y creación de increíbles historias llenas de aventuras de un valiente y algo despistado héroe montado a lomos de un sublime caballo blanco, enternecedores pero tristes romances bajo un sauce y casas en acantilados que ocultan secretos insospechados.
Sophie** Esta es la nueva Sofía. Se ha puesto este apodo para poder encajar más y 'estar en la onda'.
Amigos*** Estos no son verdaderos amigos, como podréis imaginar, no son más que esclavos del aspecto que conducen a Sofía y la manejan como les place.
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